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martes, 22 de diciembre de 2015

Corazon Roto

No hay nada más difícil que despertar cada mañana recordando que quien tanto has amado ha muerto, que se ha ido para siempre. No sabes cómo enfrentar la soledad, no sabes qué pasará con tu vida, pues nunca te esperas que de la noche a la mañana puedas perdera quien tanto amas.

“Éramos muy felices, nuestras charlas eran de grandes y pequeñas cosas, todo parecía tener importancia para ti, y así me lo transmitías. Tenías bondad para todo aquel que te necesitaba, hoy es muy triste saber que ya no estás. No sé cómo podré superar tu muerte, ni si podré lograrlo… Dicen que poco a poco se superan las etapas del luto, pero yo ahora sólo quiero llorar cuando te recuerdo.”

La experiencia que se vive tras la partida de alguien cercano y amado es algo muy complicado, y mucho más si no lo tenías previsto.
¿Pero quién es dueño de la vida? Sólo Dios.
Solamente Dios sabe el porqué de las cosas.

Lo primero que te pasa por la cabeza es no aceptar el hecho de que ha fallecido. Crees que es un sueño, que mañana despertarás con la buena noticia de que está ahí, al otro lado de la línea de teléfono, dispuesto a hablar contigo para que no te preocupes más…

Es especialmente desolador cuando alguien muere y no has tenido tiempo de abrazarle, tiempo de despedirte y de decirle cuánto le amabas. Pero gracias a Dios, sientes el consuelo de que aunque no se lo pudiste decir del modo que lo harías ahora, ya se sabía amado por ti. Sabes, que aunque pudiese pasar mucho tiempo sin saber el uno del otro, había un fuerte lazo de amor que te llevaba a presentirlo aún sin verlo.

Después de aceptar que ya no está, que ha muerto, vienen las lágrimas ¡y muchas! El corazón se te cae a pedazos, no sabes cómo comenzar el día, cada vez es más fuerte el dolor y menor la comprensión de las personas que te rodean porque nadie puede entender que no importa lo vivido entre los dos, no hay consuelo posible.
Perder a un ser amado es muy duro, es casi cotidiano leer y escuchar sobre la muerte de otras personas, pero jamás piensa que un día llegue a ser algo tan cercano y personal. No hay un dolor más grande que el de perder a un ser amado, nada más duro que encontrarte llorando cada amanecer sin saber cómo detener las lágrimas. Tu pecho se oprime y los días se hacen cada vez más lentos y grises.

Pero los que somos cristianos sabemos que la muerte no es el último paso que daremos. Quien falleció está con nuestro Señor, y desde allí nos enviará toda su paz. Dios nos dará todo cuanto necesitemos, los que vivimos en el camino del Señor, sabemos y creemos en la vida eterna. Y esa es la esperanza que tenemos, que un día volveremos a verle y nuestro encuentro será mucho más lindo.
Hoy comprendo el dolor de la pérdida. Aún no logro aceptarlo, pero de a poco lograré caminar sabiendo que está sentado en la mesa del Señor, ¿qué gran privilegio, verdad?
Hoy sólo queda esperar que el tiempo haga lo suyoy traiga paz, porque mientras permanezca en nuestro corazón y mente, su marcha sólo habrá sido en cuerpo. Pues estará siempre en cada rosa del jardín, en cada copo de nieve que cae, en cada gota de lluvia que se pose sobre mí… siempre estará.
Cada vez que nombremos a esa persona seguro que estará mirando
y deseando que estemos bien, que no le lloremos,
pues estará en paz con Dios y mucho más con todos lo que amó…
Absorberemos el dolor pero también le daremos alas para que vuele en paz.
Dios nos cuide y de fuerzas ante la adversidad.





Reflexión de Navidad

Un día Alfredo, despertó en una víspera de Navidad, muy contento, pues una fecha muy importante estaba por llegar. Era el día del aniversario del Niño Jesús, y es lógico, el día en que Papá Noel vendría de visita como todos los años.
Con sus cinco añitos, esperaba ansiosamente el caer de la noche, para volver a dormir y espiar la media que estaba en el frente de la puerta, pues no tenía árbol de Navidad. Se durmió muy tarde, para ver si conseguía atrapar a aquel "viejito", pero como el sueño era mayor que su voluntad, se durmió profundamente.
En la mañana de Navidad, observó que su media no estaba allí, y que no había presente alguno en toda su casa. Su padre desempleado, con los ojos llenos de lágrimas, observaba atentamente a su hijo, y esperaba tomar coraje para hablarle, que su sueño no existía, y con mucho dolor en el corazón lo llama:
- ¡Alfredo, hijo mío, ven acá!
- ¿Papá?
- ¿Que ocurre hijo?
- Papá Noel se olvido de mí...
Hablando de eso, Alfredo abraza a su padre y los dos se ponen a llorar, cuando Alfredo habla: ¿El también se olvidó de ti papá?
- No, hijo mío. El mejor presente que yo podría haber ganado en la vida está en mis brazos, y quédate tranquilo, pues yo sé que Papá Noel no se olvidó de ti. Pero todos lo otros niños vecinos están jugando con sus presentes... Él se olvidó de nuestra casa.
No se olvidó... ¡El presente te está abrazando ahora y va a llevarte a uno de los mejores paseos de tu vida! Y así fueron a un parque y Alfredo jugó con su padre durante el resto del día, volviendo recién en el comienzo de la noche. Llegando a casa muy somnoliento, Alfredo fue para su cuarto y escribió para Papá Noel:
"Querido Papá Noel, yo sé que es demasiado tarde para pedir alguna cosa, pero quiero agradecer el presente que me diste. Deseo que todas las Navidades que yo pase, hagas que mi padre olvide sus problemas y que él pueda distraerse conmigo, pasando una tarde maravillosa como la de hoy.
Gracias por mi vida, pues descubrí que no es con juguetes que somos felices, y sí con el verdadero sentimiento que está dentro de nosotros, que el Señor despierta en las Navidades.
De quien te agradece por todo:
Alfredo.
Y se fue a dormir.
Entrando al cuarto para dar las buenas noches a su hijo, el padre de Alfredo vio la cartita y a partir de ese día, no dejó que sus problemas afectasen la felicidad de ellos y comenzó a hacer que todos los días fuesen Navidad para ambos. Si un niño de cinco años consiguió percibir que los mejores presentes que se pueden recibir no son materiales... ¿Por qué nosotros no hacemos lo mismo?
Que todos hagamos que cada día sea una Navidad, valorando la amistad, cariño y todos los buenos sentimientos que existen dentro de nosotros. Al final, las únicas cosas que podremos llevarnos de esta vida, son los sentimientos que hagamos brotar en los corazones de quienes amamos y los recuerdos hermosos de nuestro camino por esta vida quedarán guardados en nuestras almas y corazones... ¿Verdad que sí?

Navidad

Juntemos nuestras manos
que pronto será Navidad,
que el amor y la esperanza
sea su principal sentido.

Enlacemos las manos, donde no existan fronteras,
que la navidad es una fecha de amar,
de olvidar rencores y viejos temores.
La Navidad es la inocencia de un niño. 

  Adornemos nuestro hogar con calor
humano y no de adornos banales, 
que la estrella de David nos señale
su verdadero sentido. 

Alégrate amigo que nuestro Señor
ya está al nacer y con ello nuestro mundo, 
será un mundo lleno de bondad , 
donde a tu hermano podrás abrazar, 
a tu familia podrás amar. 

Dale sentido a tu Navidad. 
Navidad es esperanza de perdón y eterna vida. 
- Así es la Navidad -
Un preludio de alegría y eterna felicidad.

Qué es la Navidad?

La Navidad es la ternura del pasado,
el valor del presente y la esperanza del futuro.
Es el deseo más sincero de que cada taza
se rebose con bendiciones ricas y eternas,
y de que cada camino nos lleve a la paz.
¡Feliz Navidad!